Muchos aseguran que usaba una larga barba, poncho de vicuña y sombrero. Que tenía aspecto de profeta, si es que los profetas tienen un aspecto específico, pero se ve que eso inspiraba su presencia. Nacido en el seno de una familia adinerada, el 21 de abril de 1831, Francisco “Pancho” Sierra y estudió medicina en Buenos Aires. Cometió el error de enamorarse de su prima. Y fue correspondido. Y el romance causó escándalo y fue censurado por los padres de ambos. Atravesado por el dolor, el descorazonado Francisco se aisló, pasó días a base de  mate y se sumergió en una profunda introspección que le provocó la iluminación. Desde entonces Pancho Sierra se transformó en un famoso médium que dedicó su vida a hacer el bien sin mirar a quien. Miles de personas enfermas fueron recibidas y atendidas gratuita y personalmente por él en la Estancia El Porvenir, propiedad de su familia. La pócima con la que curaba consistía simplemente en agua fría que salía de su aljibe, pero que al pasar por sus manos ganaba un intenso magnetismo. Su mirada y su voz eran tan propfundas y penetrantes que también se creía que eran responsables de su poder curador. El culto a Pancho Sierra, el gaucho santo, el doctor del agua fría, se multiplicó después de su muerte el 4 de diciembre de 1891. A partir de ese día, en cada aniversario su mausoleo en el cementerio de Salto, en la provincia de Buenos Aires, recibe a miles de fieles. Hombres y mujeres que buscan curaciones y agua milagrosa en los pocos aljibes que quedan en la zona.