No lo van a reconocer, pero en la Residencia de Olivos están convencidos de que el ministro Sergio Berni es parte del problema de la seguridad en la provincia de Buenos Aires. “No tuvo la capacidad de atajar el problema, es evidente que no anticipó el volumen del descontento que se estaba gestando, no escuchó el reclamo que venía, ni tampoco se sentó a discutir cuando había tiempo”, explicaron en ámbitos oficiales. Muy preocupados, agregaron: “Se la pasa más tiempo haciendo campaña en los medios que trabajando, esto así no va más”. Infobae quiso saber entonces por qué no le piden que se vaya. “Es el gobernador el que tiene que tomar las decisiones”, fue la lacónica respuesta. Críticos del modo que eligió la Policía Bonaerense para hacer su reclamo –“Un pésimo mensaje para la población”–, reconocieron que después de los anuncios que se realizaron el viernes no esperaban semejante protesta. Y reclamaron que Berni “haga el trabajo que tiene que hacer, no puede ser que el Ministro de Seguridad no avise con certeza lo que se va a venir”. El equipo presidencial estaba convencido de que el anuncio que Alberto Fernández realizó el viernes desde la Residencia de Olivos, con la presencia no solo de Axel Kicillof, Sabina Frederic y Sergio Berni, sino también con los intendentes del Conurbano, revelando que el Gobierno nacional aportará 37 mil millones de pesos para la incorporación de 10 mil nuevos policías, 18 meses de formación para los nuevos integrantes de la fuerza, 2.200 nuevos móviles policiales, 4.000 paradas seguras, 12 unidades carcelarias, 3.957 nuevos efectivos de las fuerzas federales en el Gran Buenos Aires, entre otras medidas, descomprimiría la situación de seguridad en el Conurbano. Pero sucedió exactamente lo contrario. Aparentemente, el anticipo de que el Estado realizará una inversión de 3.780 millones de pesos para impulsar el despliegue de las fuerzas de seguridad federales en los municipios de la provincia y un incremento de 100% de fuerzas federales en operativos de seguridad cayó muy mal en la Policía Bonaerense, donde el caldo de cultivo venía creciendo. En Olivos aseguran que está previsto un aumento de los salarios de la policía de la Provincia, y que esos montos se incluyeron en las partidas previstas para la seguridad del Conurbano. Pero que ese día no hubo anuncio formal para evitar los reclamos de otros gremios que integran el Estado provincial. En este contexto, bastó el fin de semana para que los efectivos de la fuerza se organizaran para realizar una protesta frente a la Residencia del Gobernador y con un mensaje preciso: no hay seguridad posible sin un aumento salarial importante, que tiene que superar el 60%. Las autoridades de la provincia de Buenos Aires entendieron claramente el mensaje. Kicillof se comunicó anoche mismo con Alberto Fernández, quien le pidió hacer un rápido anuncio junto a Berni, para involucrarlo en la solución. El reclamo fue en gran parte del Conurbano La profundidad de la protesta sorprendió a Alberto Fernández y a Kicillok, que se vieron en un acto oficial hace un par de horas, y después del discurso presidencial conversaron al respecto. El jefe de Estado y el gobernador reiteraron sus cuestionamientos a Berni, y exigen que el ministro de Seguridad termine con el estado de virtual desobediencia de decenas de efectivos que no cumplen con la orden de la superioridad. Aunque Alberto Fernández y Kicillof se nieguen a reconocerlo en público, en la intimidad de la quinta de presidencial reconocen que hay un virtual quiebre de la cadena de mando. Los policías bonaerenses se resisten a regresar a sus comandos naturales, y multiplican sus reclamos salariales que tienen un porcentaje final que la administración provincial no tuvo en cuenta al fijar las partidas respectivas. La situación económica es grave; sin embargo, la actividad empieza a insinuarse en muchas áreas y está en niveles similares a los anteriores a la pandemia. El acuerdo con los bonistas, el inicio del diálogo con el FMI, la presentación del Presupuesto, el anuncio de las 60 medidas que se irán conociendo a cuentagotas y en actos que se irán realizando en establecimientos del área metropolitana de Buenos Aires hacen pensar al Presidente que ese carril está encaminado y no exige decisiones urgentes. En cambio, la situación epidemiológica y la crisis de seguridad en la provincia de Buenos Aires, de la cual la protesta de la policía bonaerense es quizás la cara más dramática, son dos asuntos que le exigirán al Presidente un renovado esfuerzo para encontrar las fórmulas que permitan encontrarle la salida al túnel. Ya a mediados de agosto y en un contexto de continuos sucesos delictivos en la provincia de Buenos Aires durante las últimas semanas el jefe de Estado había dicho: "Estamos trabajando a pleno con el gobernador. La semana que viene vamos a contarles a los bonaerenses lo que hemos pensado para llevarles tranquilidad a ellos. Necesitamos que esto ocurra en un clima de seguridad ciudadana". Incluso fue más allá y vinculó el problema con una cuestión social: "Muchas veces el que dilinque lo hace porque no encuentra alternativa". Lo cierto es que es que las manifestaciones continuaron tras los anuncios y nadie supo medir aún hasta cuándo continuarán. Fuente: Infobae