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Alberto Fernández fue recibido por el papa Francisco

El encuentro, clave para determinar la relación política y personal entre ambos líderes, fue el primero después de la aprobación del aborto en Argentina. Analizaron la situación del mundo ante la pandemia, la estrategia de negociación ante el FMI y la importancia del acuerdo de Cambio Climático de París

  • 13/05/2021 • 08:16

El papa Francisco recibió al presidente Alberto Fernández en el Aula Paulo VI, ubicada a pocos metros de Santa Marta. El mandatario argentino arribó en un auto negro e ingresó por una calle lateral a la Basílica de San Pedro a las 4.52 (hora argentina). La audiencia comenzó puntual, a las 5 (hora argentina) y duró 35 minutos.

Al finalizar el encuentro, desde el Vaticano destacaron “las buenas relaciones bilaterales existentes” entre ambos líderes, y la intención de “seguir desarrollando la colaboración en sectores de interés mutuo”.

“También nos centramos en la situación del país, con especial referencia a algunos problemas como la gestión de la emergencia pandémica, la crisis económico-financiera y la lucha contra la pobreza, destacando, en este contexto, el importante aporte que la Iglesia Católica ofrecido y sigue asegurando”, agregaron los voceros eclesiásticos.

Desde la comitiva argentina, en tanto, señalaron que el encuentro fue distendido, que el sumo pontífice dialogó con todos los integrantes de la delegación y que hasta fue el encargado de organizar la foto grupal que luego se distribuyó de manera oficial.

Junto al Presidente llegaron la primera dama Fabiola Yáñez, el canciller Felipe Sola, el ministro de Economía, Martín Guzmán, y los secretarios Guillermo Oliveri (Culto), Gustavo Béliz (Asuntos Estratégicos), Julio Vitobello (General de la Presidencia) y Juan Pablo Biondi (Medios y Comunicación).

Alberto Fernández y Francisco estuvieron a solas, y al concluir la audiencia fue el turno del saludo protocolar de la delegación con el Papa, la foto oficial y la entrega de obsequios.

¿Cuáles fueron los regalos entregados? Productos orgánicos de miel y de la cocina del Papa Francisco de jóvenes recuperados de adicciones de los hogares de la villa 3, una medalla por el aniversario de Malvinas, una estola de la Basílica de San José de Flores y estatuilla de San José (réplica de la que está en la basílica) con una estampita de Lujan, una colección de la Divina comedia traducida y un libro biográfico de Discépolo.

El sumo pontífice, por su lado, le entregó una copia de su tercera encíclica, “Fratelli Tutti”, y un mosaico que representa al hombre y la mujer que responden a la invitación del Señor en el Génesis y cultivan la tierra, cuidándola. La inscripción en el lateral dice: “Que el fruto de la tierra y del trabajo del hombre se convierta en alimento para la vida eterna”.

Luego, el Jefe de Estado y su canciller Solá mantuvieron un encuentro por separado -y por unos 40 minutos- con el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado Vaticano, para analizar los temas comunes diplomáticos. Estuvieron presenten también Oliveri y el secretario de Relaciones con los Estados del Vaticano, monseñor Paul Richard Gallagher.

El presidente Alberto Fernández con el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado Vaticano. Junto a Guillermo Olivieri y Felipe Solá, analizaron los temas comunes diplomáticos

Todo ocurrió durante una mañana soleada, con temperatura agradable, y los signos indelebles de la pandemia: Roma esta desierta, y la poca gente que se ve pertenecen al ejército, son taxistas o periodistas argentinos que llegaron hasta el lugar para cubrir el encuentro.

La expectativa, en la previa, era saber si Francisco y Alberto Fernández mantienen -o no- su amistad personal, pese a la sanción de la ley del aborto que fue asumida como una derrota política del Sumo Pontífice.

Desde esa fecha aciaga para Francisco, justo el día de su cumpleaños, a finales de 2020, un juego de acción psicológica se desarrolló sutilmente entre el Vaticano y la Casa Rosada. Alberto Fernández sostiene que conversa “mas de lo que se conoce” con el Papa, mientras que voceros eclesiásticos y laicos juran que ya no hay nada entre los dos: apenas la formalidad que debe simular Francisco ante el presidente de su propio país.

En este escenario muy parecido a una guerra de guerrillas, se instaló en Buenos Aires y Roma una versión que asegura que Francisco no quería concederle la audiencia oficial a Alberto Fernández. Esa versión fue desmentida por el propio jefe de Estado, su secretario de Culto y su secretario de Medios de Comunicación.

“No es cierto. La audiencia se pidió y fue concedida en tiempo récord”, dijo a Infobae un miembro de la delegación oficial.

“Es cierto. Desde el Vaticano y a través de obispos que hablan con (Alberto) Fernández se pidió que el Presidente no forzara la situación y que se abstenga de solicitar una audiencia papal”, aseguró un vocero de la Iglesia Católica que sabe cuántos metros hay que caminar desde Santa Marta al Aula Paulo VI.

La única manera de resolver las diferentes versiones del Vaticano y Balcarce 50 consiste en aplicar un método de pasado inmemorable que sirvió de base para explicar por qué había sido un fracaso para Mauricio Macri su primera audiencia con Francisco en la Biblioteca del Palacio Apostólico.

El “Método Macri”, para ponerle un nombre fácil de recordar, tiene dos parámetros básicos e imprescriptibles:

1. El tiempo de duración exacta de la audiencia con Francisco.

2. La sonrisa del Papa. Si brilla y se expande, la audiencia fue un éxito. Si sólo es una mueca, y sus ojos quedan inertes frente a las cámaras, la derrota política será difícil de maquillar.

Macri llegó a su primera audiencia -27 de febrero de 2016- con una comitiva que amenazó la piedad de Francisco. Estaba un jefe de Gabinete, que el Papa había puesto en el freezer, una gobernadora con apellido de un cardenal que supo maltraer al entonces arzobispo Jorge Bergoglio, dos mandatarios provinciales que eran cuestionados en Santa Marta, y el Presidente con su mirada ideológica del mundo y la sociedad del siglo XXI.

La audiencia papal -en aquella ocasión- duró 22 minutos. Y Macri se refugió en la embajada argentina en la Santa Sede antes de enfrentar a los medios de comunicación para tratar de explicar la boca desencajada de Francisco.

Ese fue un punto de inflexión y los vínculos entre la Casa Rosada y Santa Marta jamás pudieron atravesar la formalidad y la anomia.