*Por Facundo Manes, para diario Popular Las neurociencias nos explican cómo impacta el alcohol en nuestro cerebro. Hoy sabemos que su consumo excesivo puede llevar a fallas en el funcionamiento cognitivo y cambios estructurales en el cerebro, algunos permanentes y otros reversibles. Más allá de esto, hay poco consenso sobre las características distintivas de estas fallas. Esto se debe a la dificultad de estimar cuánto es un consumo moderado de alcohol y cuánto no. Otra de las dificultades reside en la incapacidad de los bebedores de identificar y reportar correctamente cuánto alcohol consumen. Un estudio realizado por un grupo de científicos de la Universidad de Yale pedía a sus participantes que indicaran cuánto creían que habían consumido a lo largo de un lapso determinado de tiempo. Al comenzar el experimento, todos los participantes indicaban que no habían consumido, cosa que era cierto. A medida que empezaban a beber, y cuanto más consumían, reportaban que habían tomado menos alcohol de lo que había sido en verdad. Las neuronas utilizan neurotransmisores, mensajeros químicos que transmiten información para comunicarse una con otra. El alcohol actúa sobre algunos neurotransmisores como el GABA que, en términos simples, se ocupa de inhibir la acción de ciertas neuronas. Entonces, a medida que uno ingiere alcohol, el compuesto GABA lentifica la actividad neuronal y el cerebro no funciona tan eficazmente como debería. Además, actúa sobre otro neurotransmisor que tiene un papel crítico en la memoria y cognición. En consecuencia, produce un detrimento de la velocidad de la comunicación entre neuronas. Asimismo, el alcohol incrementa la secreción de dopamina en el cerebro, clave en los centros de recompensa cerebrales. Podemos decir que tanto la intoxicación directa como el consumo crónico de alcohol tienen efectos directos sobre nuestras funciones cognitivas. Se han identificado diversos procesos cognitivos que se ven afectados como la velocidad de procesamiento de la información, la atención dividida, la resolución de problemas, las funciones ejecutivas, la memoria de trabajo, el control inhibitorio y el funcionamiento psicomotor. Además produce fallas en la flexibilidad cognitiva, en estrategias simples de resolución de problemas, mayor impulsividad, dificultad para inferir estados mentales de otras personas, en la planificación y en el procesamiento del humor. Diversos relevamientos realizados durante la cuarentena advirtieron el aumento de consumo de alcohol en nuestro país. Es fundamental que sepamos los efectos que genera en nuestro organismo, especialmente, si se bebe en exceso. Mantener hábitos saludables en estos momentos estresantes es clave para preservar nuestro bienestar.